Biografía Daniela Naranjo Soriano
Su vida ha estado llena de festejos, ya sean familiares, escolares o de cualquier índole pero siempre había un festival, fiesta o evento al cual asistir.
Desde muy pequeña estos festejos han sido de las partes favoritas de su vida, aunque la fiesta no fuera de ella forzosamente debía tener protagonismo. Pensándolo bien era un poco fastidiosa en algunas ocasiones.
Su mamá y su papá estuvieron ahí en varias de estas veces para verla apagar las velas ya fueran suyas o simplemente le estuviera ayudando al festejado. Es impresionante como desde sus primeros años de vida era capaz de robar aunque fuera un par de globos o como aun sin poder sostenerse sentada ya estaba soplando al pastel; además siempre ha sido una persona de lo más risueña, aún con su condición de bebé en pañales y que toma leche en un biberón de Tarzan, nunca le fue complejo soltar una que otra carcajada
Era una niña con decisiones muy contundentes, como por ejemplo al momento de elegir su vestido de tres años, fue de compras con la que sería su madrina y a pesar de que entre ella y su mamá insistían en que fuera de color blanco o beige… ella eligió uno color verde que además tenía brillos. Que afortunado que aun a la fecha siga viendo el vestido como algo bonito.
Siguiendo por esos tiempos cuando entró al kínder tuvo infinidad de festivales, porque ¿quién no ama ver niños pequeños bailar desordenadamente?, y con ese motivo por delante cualquier pretexto era bueno para poner a los niños en alguna formación poco complicada y hacerlos seguir pasos previamente ensayados. Aquellos bailes fuero desde regionales con disfraz de “Adelita” hasta compartir el momento con “Caldos”, su novio aunque con una buena pronunciación, su nombre era Carlos, quien cabe resaltar… dejó de ser su novio cuando en un recreo decidió que era buena idea perseguir a otra niña. Que descaro.
Y así de festival en festival dejó el “Kinder Niños de México” y fue a parar al “Colegio Don Bosco” en donde debido a que su uniforme de gala contenía una boina y su mamá es un tanto especial, como parte de su uniforme se podían ver pinzas de todos los animales marinos existentes, una suerte que para ese momento no se avergonzara de cosas tan banales como esa.
Poco tiempo después tuvo que dejar esa institución para volverse parte del “Colegio Anáhuac” en donde extrañamente duro casi toda la primaria, así pues también vivió ahí una infinidad de festivales como aquel que era una tradición para el día de las madres darles una felicitación enfundados en trajes regionales; pero eso no fue todo, durante ese tiempo su agenda en cuestión familiar también estuvo ocupada con visitas a lugares como “Granja Las Américas” en donde montó por última vez un poni y que al momento de pasar por la tirolesa su estómago iba al aire. Que desafortunado. Así también tuvo su preparación y culminación de lo que se conoce como “Primera Comunión” en donde de sorpresa su familia le organizó una fiesta con un pastel de princesas que ella adoro muchisimo.
Y es así como se abrió paso a la secundaria en donde como cualquier otro adolescente se sentía con el derecho de merecer toda la libertad del mundo por lo que sus amigos se convirtieron en casi el centro de sus planes, la única fiesta en la que realmente tuvo tal cual un evento familiar fue en la celebración de sus XV años, un día en rosa para ella.
Dejando atrás a muchos de sus “amigos” se fue a estudiar la preparatoria un tanto lejos de su casa pero ahí conoció a otras personas con planes más centrados y se acopló rápidamente, aunque prefería juntarse con chavos de la universidad que estaba justo a un lado de su preparatoria, importante resaltar que su hermana mayor asistía a esa escuela, se podría decir que eran amigos por coincidencia.
Finalmente entró, en ese momento de su vida fue una decepción, ya que como otros tantos miles aspiraba a ser parte de la UNAM pero ella cree en que el destino nos tiene algo preparado a todos, ahora ama su escuela, su carrera y a las personas que conoció ahí.